Lección 5: Uno de los grandes obstáculos es la confianza

La mayoría de escritores no fracasan por falta de talento, sino por falta de confianza. Descubre cómo dejar de sabotearte y apostar de verdad por tu voz literaria.

9/8/20254 min read

Cuando se habla de por qué muchos escritores no llegan a publicar, a terminar un libro o a sentirse realizados con su obra, suele culparse a factores externos: la falta de tiempo, las exigencias de la vida diaria, lo difícil que es entrar en el mundo editorial. Y claro, todos esos factores tienen su peso. Pero en el fondo, la razón más poderosa suele estar dentro: la falta de confianza.

La falta de confianza adopta muchas máscaras. A veces aparece como perfeccionismo: “no voy a mostrar nada hasta que esté perfecto”. A veces como excusas lógicas: “no tengo tiempo”, “ahora no es el momento”. Incluso como resignación: “esto no es para mí”. Pero si las miramos con honestidad, casi todas estas excusas nacen del mismo lugar: del miedo. Miedo a fracasar, a no ser suficiente, a que los demás nos juzguen. Y, más sutil aún, miedo a triunfar.

Porque el éxito, aunque suene extraño, también da vértigo. Terminar un libro, publicarlo, enfrentarse a lectores reales significa salir de la comodidad del anonimato y dejar de esconderse. Significa aceptar que eres escritor de verdad, con todo lo que implica. Y esa identidad , seamos honestos, es un grano en el culo. Te expone, te obliga a sostener y defender lo que has creado, y a vivir a la altura de tus sueños y de las expectativas, no solo tuyas, sino también de los demás.

Nuestra querida Laura es un buen ejemplo de esto. Soñaba con ser escritora desde la adolescencia. Tenía talento, ideas y muchas ganas. Pero nunca pasaba de las veinte páginas cuando empezaba a desarrollar sus best sellers. Siempre se frenaba en el mismo punto y las excusas que se decía así misma la avalaban. No tenía tiempo para seguir, que la universidad, el trabajo, la vida cotidiana no se lo permitían. Pero bajo todas esas capas, la verdad era otra: le asustaba descubrir qué pasaría si terminaba algo. Porque acabar una historia significaba mostrarla, y mostrarla significaba exponerse. Mientras sus proyectos quedaban a medias, podía seguir soñando con que eran brillantes. Al acabarlos, corría el riesgo de descubrir que no lo eran. Y ese miedo la paralizaba.

Muchos escritores viven atrapados en ese mismo círculo. Se boicotean sin darse cuenta. Posponen, corrigen eternamente, esconden sus textos en cajones con llaves que tiran al mar... No fracasan porque no puedan escribir, sino porque nunca se atreven a dar el salto. Y al final, el mayor enemigo no es la página en blanco ni el mercado editorial: es uno mismo.

La confianza no se construye de golpe, ni es un estado permanente. Es un músculo que se ejercita, igual que la constancia. Empieza en pequeño: atreviéndote a escribir aunque creas que saldrá mal. Mostrando un texto a una persona de confianza. Terminar un relato corto y dejarlo vivir en el mundo. Cada gesto de valentía suma y cuando eliges escribir pese a las dudas, fortaleces esa confianza.

Laura un día se hartó de vivir a medias y decidió terminar una historia corta. La compartió con unos pocos amigos. No fue perfecta, ni mucho menos. Hubo comentarios buenos y otros que le hicieron tambalear. Pero sobrevivió. Y lo más importante fue que descubrió que su miedo era mucho más grande en su cabeza que en la realidad. Desde entonces, cada texto terminado fue una pequeña victoria. Y cada victoria le dio un poco más de confianza para seguir escribiendo.

Si puedes verte reflejado en el espejo, mírate con honestidad. Pregúntate: ¿quiero de verdad ser escritor, o me gusta más la idea de serlo que el esfuerzo real que implica? Porque escribir de verdad exige arriesgarte, abrir tu arte al mundo, convivir con críticas y con dudas. Pero también te regala algo inmenso, pues la posibilidad de escuchar tu propia voz y que los demás también puedan oírla. Es una sensación indescriptible la de poder compartir ese pequeño universo que comenzó como una idea en tu cabeza y ahora forma parte de la mente de otro ser humano.

Antes de proponerte el ejercicio práctico voy a contarte lo que yo hago cada vez que publico un libro. Es un pequeño ritual que quizá te sirva de inspiración. Cada vez que tengo en mis manos la primera hornada, aparto un ejemplar para mí y escribo en la primera página unas notas personales. No son frases grandilocuentes, solo recordatorios sencillos: “Este libro es para ti”, “Lo has logrado”, “Aquí está la prueba de que puedes”. Son mensajes que me escribo a mí mismo para no olvidar que, más allá de ventas, críticas o reconocimientos, lo importante es que conseguí llevar una historia hasta el final. Una carta a mi yo del futuro y, cuando tengo dudas, recurro a ese primer libro para darme una buena dosis de ánimo.

La confianza no es ausencia de miedo, pues este nunca desaparecerá del todo. La confianza es la decisión de seguir escribiendo pese a él. De no dejar que te paralice. De no permitir que tome el control.

✍️ Ejercicio práctico: las cartas de compromiso con tu futuro libro

Hoy quiero proponerte que te sientes a escribir dos cartas. En la primera, responde con total honestidad a esta pregunta:

“¿Quiero de verdad ser escritor?”

No lo disfraces, no intentes sonar valiente ni humilde. Sé brutalmente sincero. Escribe todo lo que piensas, incluso tus dudas y tus miedos. No se la vas a enseñar a nadie, solo a ti mismo.

Para la segunda carta, visualiza que ya has publicado tu primer libro y que puedes hacer una anotación en su primera página (al igual que hago yo). Si tienes algún relato corto terminado puedes imprimirlo para darle mayor impacto. Y escribe lo orgulloso que estás de haber terminado esa historia.

Guarda esas cartas y vuelve a ellas cada vez que sientas que las dudas te paralizan. Serán tu espejo y tu brújula. Ya lo sabes, el verdadero obstáculo no es el talento ni el tiempo: es la falta de confianza. Y cada día que eliges escribir, cada día que eliges confiar, estás dándole una patada en el trasero a ese malnacido.